¡Los une el cagazo...y el odio!

sábado, 12 de junio de 2010 ·




Después de los multitudinarios festejos del Bicentenario, que tan sólo mostraron que existe una inmensa mayoría que no se deja llevar por el mensaje mentiroso y destruidor de la mayoría de la prensa argentina, asociada a una oposición decadente y retrógrada, ellos, “los impresentables”, decidieron unirse dejando momentáneamente sus apetitos personales, para dar batalla contra el “único enemigo”, identificado por ellos mismos como K, pero que en realidad somos nosotros, el populacho de abajo.
Es la vieja política queriendo volver, todos de la mano y con un barniz modernoso que cubra sus llagas podridas. Los que siempre usaron a la gente, capaces de negociar hasta la propia madre si fuere necesario, y habilidosos en el arte de aprovecharse de su efímero poder.
Esos “impresentables” temblaron en su base, cuando vieron que el panorama apocalíptico que ellos querían difundir, caía frente a una Argentina real, que emergió del subterráneo de la Patria en las fiestas del 25. Y aquella clase media que en el 2001 salió con sus cacerolas, gritando “que se vayan todos”, hoy los aplaude como los “peronistas civilizados”, bienvenidos al arco de las clases dominantes. Por una razón muy simple. Cuando sintieron el bolsillo vacío, se convirtieron en “indignados ciudadanos, defensores de la moral y la república”. Ahora que tienen el bolsillo bien lleno, gracias a una recuperación económica que hasta el propio Clinton elogia, vuelven a ser  los egoístas de siempre, incapaces de pensar en colectivo. Y hablando de Clinton, la prensa mediática mostró más una vez la hilacha, sin mencionar sus elogios.
En contrapartida, de este lado de la línea, “habemo” muchos que tenemos conciencia de los intereses en juego, tenemos ideales que mantuvimos toda la vida, tenemos generosidad para obrar no por interés, sino por convicción. Los colectivos de “Patria” o “Pueblo” no son expresiones vacías, desprovistas de significado y usadas demagógicamente. Son multitudes, que tienen la marca de la injusticia reflejada en sus rostros sufridos, curtidos en la explotación, en el avasallamiento, en el olvido. Desde nuestros collas, pasando por nuestros cabecitas negros, terminando en los niños que recorren los basurales en busca de un alimento.
Somos muchos los que nos sentimos convocados no por personas, sino por UN PROYECTO. Y proyecto que no es mera promesa, sino que  viene siendo implementado en políticas de Estado, algunas de las cuales nadie se había animado a tocar, desde los tiempos de la dictadura.
Esas políticas buscan rescatar la dignidad ciudadana, y ésa es la diferencia que nos separa de estos falsos peronistas. Aprendimos con Evita, que cuando daba algo cuidaba de remarcar que les estaba devolviendo algo que les había sido quitado. Algo a lo que tenían derecho, que les correspondía. Cuando estos señores de la vieja política reparten algo, lo hacen como una migaja con la que pretenden comprar una adhesión. Hoy ya no hay lugar para ese tipo de política, la haga quien la haga.
Sé que en el medio hay mucha gente bien intencionada, que se siente peronista y no sabe para qué lado ir. Olviden la marchita y la parte sentimental, porque ha terminado siendo un instrumento para idiotizar. Y busquen la palabra “justicia”. Y opten por  aquellas políticas que restituyan “dignidad” a la gente. No buscar organizar a la gente, sino que la gente misma se organice. No hay proceso exento de fallas, de contradicciones. Pero cuando Ud. está limpio, sabe reconocer a los que están limpios como Ud.
No va a ser fácil. Por más que vivan  reclamando, los grandes medios están todos bien jugados como “contreras”, y ellos martillan y martillan falsedades todo el día, y todos los días. Y no todos usan la internet para comunicarse, pero sí casi todos tienen el televisor prendido. Por eso el peligro que ese Reino mediático significa.
Por ese motivo nuestro laburo militante es importante. Quien vio esa pendejada en la Diagonal Norte, cantando la marcha de San Lorenzo en el Desfile del Bicentenario, con un entusiasmo de Copa del Mundo, sabe la potencialidad que ello encierra. No es al pedo que los “capos” de la Mafia se asustaron y se unieron, en patética jugada. Nos toca a nosotros, militantes, presentarles batalla. Porque no es un liderazgo en juego, sino un proyecto de país con el que nos sentimos plenamente identificados.
E.F.

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