Sólo nos interesa la soja.

sábado, 22 de agosto de 2009 ·

Es una nota de publicación vieja, del 08, pero a raíz de que los agrogarcas quieren volver a las rutas, perdón a las pantallas, no deja de ser actual.


Sojipolio gorilin

La protesta volvió sin esconder lo que se olía desde un principio: el problema no es la política agropecuaria que beneficia a unos pocos y reproduce la concentración oligopólica que se da en otros ámbitos de la economía nacional. No. Lo que se discute es que las retenciones impiden soñar con ser Los Grobo al resto de los productores. Y entonces, a todo aquél que sueña con que un día será lo que la tele promete, le da por poner el cartel en la vidriera de su negocio: “Estoy con el campo”. Distribuir la riqueza implica tocar intereses económicos, y tocárselos a quienes más tienen. Eso está claro, y los que protestan por sus ganancias lo tienen bien claro.
Si al kirchnerismo se le ocurrió recién ahora que la sojización acarrea consecuencias terribles, bienvenido sea. Más vale tarde que nunca. El discurso de la distribución de la riqueza deberá ser puesto en ejercicio, y nos impele a todos a hacérselos cumplir. El camino que dicen querer  recorrer está por delante y es muy largo. El movimiento campestre quiere no recorrerlo. Habrá quienes consideren que al kirchnerismo hay que empujarlo para que no se vuelva solito al punto de partida. Un punto de partida que habrá que reconocer como logro. Póngale las causas que más guste: contexto internacional, necesidad histórica, casualidad ineludible. Pero no deje de reconocer que esto no es el menemismo ni 2001. El gobierno kirchnerista, que no rompió con la concentración oligopólica y que contribuyó en muchos casos a exacerbarla, es el mismo que puede mostrar índices de crecimiento y desarrollo mínimos pero insoslayables. El techo está muy lejos, pero el piso es innegable.
Por eso vale recordar a Viñas: se puede ser contrera, sí, pero nunca gorila. El gorila desprecia a ese otro que es distinto pero puede querer parecerse. Vayan dos ejemplos elocuentes: una anciana me contaba que siendo mucama cama adentro en una casa bian en Capital tuvo que devolver las pantuflas que con mucho esfuerzo ahorrativo se había comprado, pues su señora tenía las mismas y la obligó a deshacerse de ellas; el otro: en una radio FM de Rosario escuché a un conductor de apellido Polino o Polini, o algo así, decir ante la pregunta si era peronista o qué: “Peronista, no. Yo tuve la posibilidad de educarme”.
 





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