Carta abierta

viernes, 26 de junio de 2009 ·

Carta abierta al campo nacional y popular

Como si el rejunte del neoliberalismo argentino en esta suerte de Unión Democrática del siglo XXI fuera insuficiente; como si tener de vicepresidente al testimonial número uno no irritara sobremanera; como si tampoco bastara volver a convivir con la virulencia golpista y antidemocrática de la Sociedad Rural Argentina y Carbap. Como si la omnipresencia, la desbocada tergiversación, el infinito sesgo y el cinismo informativos del empresariado mediático (Clarín no miente, impone su propia verdad) fueran insignificantes; como si no afligieran las dictatoriales declaraciones de Macri sobre una “transición ordenada” (del kirchnerismo) o las de De Narváez pronosticando que “el 28 se acaba el ciclo kirchnerista”; como si no angustiara el parecido entre estas manifestaciones y las de Federico Pinedo (abuelo) de una “salida política gradual”, lanzada días después del frustrado y genocida golpe de junio de 1955. En suma y como si todo esto resultara exiguo, insuficiente y frívolo, quienes anhelamos una Argentina democrática, popular, industrialista y latinoamericanista debemos además lidiar con la atomización absurda de las fuerzas opuestas a esta barbarie.
Y es que el pesado y mil veces mencionado lastre noventista sigue haciendo de las suyas, debilitándonos triste e innecesariamente. Lejos de ser rasgos exclusivos de la derecha, el individualismo, el egocentrismo y el oportunismo dominan el modo de pensar y practicar la política de buena parte del espectro del campo nacional y popular. No sólo se ha perdido pensarla y construirla como una herramienta colectiva y participativa de cambio, sino que se la ha privado de una estrategia arquitectónica acorde con la resolución de la cuestión nacional en la Argentina (Frente Nacional y Popular para vencer definitivamente a la reacción). Las causas de tamaña desinteligencia son tres: 1) el elevado entumecimiento ideológico, político y organizativo de amplios sectores populares; 2) la dificultad del oficialismo de convertir al Frente para la Victoria en el partido excluyente del campo nacional y popular, congregando partidos y agrupaciones menores, incorporando nuevos cuadros revolucionarios y desterrando a los representantes del subdesarrollo; y 3) la proliferación de partidos que, creyéndose dueños absolutos de las banderas históricas del peronismo, se oponen virulenta y ridículamente al oficialismo. Tres causas que a su vez provocan una sola consecuencia: el debilitamiento generalizado de la única alternativa política capaz de impedir la toma del poder al mitrismo contemporáneo: el kirchnerismo. Sobre este último aspecto nos referiremos a continuación, centrando el análisis en Proyecto Sur y Nuevo Encuentro.
Desde la gran prensa bárbara, el líder de la primera agrupación dispara múltiples absurdos que ningún periodista se ocupa de verificar o contrarrestar, pues la falacia es bienvenida si se usa de garrote contra la Casa Rosada. El esperpento más utilizado es el del valor de la renta petrolera argentina, renta que según Pino Solanas es de u$s600.000 millones. Quienes lo asesoran deberían saber que el cálculo de la renta sólo resulta correcto si se efectúa: 1) sobre las reservas probadas de la Nación (y no sobre volúmenes probables derivados de las prórrogas a las concesiones); y 2) sobre los volúmenes exportables del hidrocarburo, por ser la cotización internacional exclusivamente aplicable a su comercialización externa. A diciembre del 2007 (Secretaría de Energía) el país contaba con 2.042 millones de barriles que multiplicados por la cotización internacional del barril (u$s71,37, al 18 de junio de 2009) arrojaba una renta de u$s145.737 millones. Pero la nueva cifra tampoco es correcta, puesto que las exportaciones de crudo no superan el 10% de la producción total (8,86% en el 2007, según últimos datos disponibles de la Secretaría de Energía). Consecuentemente, el valor de la renta debería ser de u$s14.573 millones, cifra que, una vez más, también es incorrecta puesto que el Estado aplica retenciones a las exportaciones de petróleo, capturando la diferencia por encima de los 42/47 dólares por barril exportado. Nada más irrisorio pues que los u$s600.000 millones de renta que el oficialismo parecería estar dilapidando.
Tomemos como ejemplo ahora al Nuevo Encuentro. Su líder, Martín Sabbatella, alienta desde su spot televisivo a “no resignarse al presente como propone el oficialismo”. Pero, ¿no es esto una vil repetición –aunque con otras palabras, claro– del argumento de batalla número uno de la derecha, aquel que habla del “agotamiento del modelo kirchnerista”? Ahora, ¿cómo que el oficialismo propone resignarse al presente? ¿Cuánto tiempo transcurrió desde la recuperación de las AFJP (el Estado sigue luchando por ingresar y mantenerse en los directorios de una treintena de empresas estratégicas)? ¿Cuánto desde la estatización de Aerolíneas Argentinas (se está por cerrar la compra de una veintena de nuevos aviones)? ¿Cuánto de la expulsión de los Urquía boys al frente de la Oncaa? ¿Y la Ley de Servicios Audiovisuales en danza? ¿Y el nuevo y soñado rol del Estado inversor y asignador de recursos a través de la ANSeS? ¿Cuál es el cronograma de grandes transformaciones estructurales que propone Sabbatella en su plataforma? ¿Expropiación de Repsol YPF una semana después del 28? ¿Asamblea Constituyente durante julio? Quien como él no desee resignarse a este presente es porque sencillamente se opone a los grandes cambios en marcha, todos en proceso de consolidación.
En conclusión, los indecisos del campo nacional y popular no pueden dejar de apostar a la política como herramienta de transformación y desarrollo del país. Y ello sólo se alcanza contribuyendo a la organización y consolidación de un espacio propio, que englobe a todos, que permita la incorporación heterogénea de voces y propuestas. A propósito, sirva de ejemplo el espacio Carta Abierta. Allí se cultiva justamente la vuelta a la política desde lo colectivo, desde lo “políticamente saludable”. Desde allí se ha optado por apoyar al Gobierno nacional, pero criticando y presionándolo para profundizar el camino hacia la concreción de una patria científica y tecnológicamente avanzada y autónoma, económicamente soberana, industrialista y dueña de sus recursos naturales estratégicos. Carta Abierta demuestra que es posible apoyar críticamente al oficialismo y que ese apoyo deberá ser tanto más comprometido cuantas mayores diferencias existan con el accionar real. La crítica no tiene necesariamente que ser opositora, ni la coincidencia implica ser oficialista.
¿Qué táctica, qué estrategia se debe pues el campo nacional y popular? Si bien es cierto que el Gobierno debe superar de forma perentoria sus errores y contradicciones –que los tiene y por montones–, dicha reparación sólo será viable mientras más compañeras y compañeros se propongan hacerlo, pero desde adentro. Una decisión que deberá ser acompañada por una clara señal de las máximas figuras del kirchnerismo de abrir el juego a los nuevos actores e ideas. Un kirchnerismo igualmente abierto a la autocrítica y dispuesto a superar sus errores. La responsabilidad tiene dos caras: las masas y el Gobierno; los votantes y los votados. Pero sin dudas el primer paso deberá ser tomado por la fuerza gobernante y en calidad de propuesta electoral. Que la primera medida poselectoral sea: “congreso nacional del Frente para la Victoria: hacia la superación de las contradicciones y la profundización del modelo nacional y popular”. Todo enmarcado en la conformación de un gran frente nacional.
Este 28, los indecisos del campo nacional y popular, herederos entre muchos otros de Mariano Moreno, José de San Martín, José Artigas, Manuel Ugarte, Hipólito Yrigoyen, Juan Perón, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Jorge Abelardo Ramos, Jorge Eneas Spilimbergo, Rodolfo Puigross y Juan Hernández Arregui, debemos dar la batalla unidos y desde adentro. Votemos por el cambio (aquí sí coincidimos con el eslogan de la derecha). Por el cambio de la práctica política y por la política como herramienta colectiva y constructiva de cambio. Por el cambio revolucionario de la Argentina y la nacionalización del único espacio político capaz de librar la pelea y ganarla.

Federico Bernal
Director del Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas
 
Fuente: El Argentino

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