Mostrando entradas con la etiqueta Memoria. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Memoria. Mostrar todas las entradas

Caminar aquella plaza destruida

miércoles, 16 de junio de 2010 · 0 comentarios

 
He leído sobre el bombardeo del 55, muchas veces desde la mirada de la historia, desde la crónica de lo verídico. Desde lo ficcional sólo he dado con un solo escrito, y creo que ningún otro reflejará tan bien, como lo logra este, lo ocurrido aquella tarde. Lo escribe un tremendo intelectual que es del palo: Guillermo Saccomano, y la novela es "La lengua del Malón". 
Aquí un extracto del texto, que pareciera lograr retraernos en el tiempo, haciéndonos vivir aquel acontecimiento como si estuviéramos ahí. Cómo si pudiéramos caminar aquella plaza destruida.

 
"...El profesor, ahora, septuagenario, borra la sonrisa. Y explica:
Todo se me murió entonces. Y decidí no atesorar más imágenes. Los indios tienen razón cuando temen que una cámara les robe el alma. Mi alma quedó prisionera en esas fotos. Después del 55, no más alma. Después del 55 lo que quedó de mí fue un reflejo del alma que tuve, un parpadeo leve.
El bombardeo, dice. Hay que haber estado en esa plaza. Si se camina por ahí, todavía pueden verse en las paredes del Ministerio de Economía las marcas de los proyectiles.
Yo tenía veintiséis años, se acuerda.
El profesor intenta una descripción del bombardeo. El rugir de los aviones, los gloster meteor en picada, el silbido de los proyectiles, la explosión de una bomba, los nubarrones oscuros, los gritos, las corridas, el tableteo de las ametralladoras desde la Casa Rosada, las corridas, un auto con el motor incendiado, un colectivo humeando, hombres, mujeres y chicos a la atropellada, chocándose, y a pesar de la marea de sonidos y voces, no obstante, se acuerda el profesor, el silencio. Una explosión me volteó. Aturdido todavía por la onda expansiva, el profesor se acuerda de haberse arrastrado. Estaba ahí, incorporándome como podía, hipnotizado por la visión de una piernita de nene, sola, desprendida del cuerpo. El profesor miró alrededor buscando.
Antes que el espanto, me sobrevino un instinto práctico. Estuve a punto de agarrar la piernita y ver a quién se le había salido. El profesor parece estar viendo todavía esa media blanca sucia de polvo rojizo, ese zapato, un gomicuer, de esos colegiales, que se usaban antes. El diminutivo, admite, le concede un patetismo a la piernita. Estaba observando la piernita cuando un empujón me volvió a la realidad. Supo después, un instante después, lo que cuenta ahora: cuando pudo pararse entre los nubarrones negros de combustible, entendió que lo había derribado el fragor de una bomba. Algunos hombres corrían socorriendo a las víctimas, pero la masacre volvía ridículo este esfuerzo. Había hombres y también mujeres que caminaban errantes, desgarrados y maltrechos, sonámbulos envueltos en la humareda. El profesor se acuerda de un hombre joven, chamuscado, con el traje hecho trizas, los pantalones colgándole destrozados, la cara quemada. El desgraciado se tambaleaba balbuceando. Mamá, mamita, repetía.
También yo empecé a deambular trastabillando entre los disparos, las bombas, los escombros, los cadáveres y los heridos. Un grupo de muchachos se había juntado bajo una arcada del Cabildo. La vida por Perón, gritaban. Los aviones seguían sobrevolando la plaza, arrojando bombas. Desde la Casa Rosada una batería disparaba todavía una ametralladora contra el cielo. Pero el cielo no se veía..."

"... La masacre. Caminaba unos pasos y me tropezaba con cadáveres o mutilados. Pude haberme tirado cuerpo a tierra o correr hacia las recovas, buscar alguna protección. Pero no. Todo Transcurría como en un sueño. Una niebla densa y caliente me envolvió. Otra explosión. De nuevo el tableteo de la metralla. De la fachada de un edificio brotaban surtidores de revoque. Entonces pensé en los libros. De qué me servía la literatura. Tenía algo en la mano. Tardé en darme cuenta. Esa piernita de nene..."

La plaza del 24

sábado, 27 de marzo de 2010 · 0 comentarios


Cuando uno acompaña desde lejos el devenir político de la realidad nacional, esa distancia física a que nos obliga el vivir en tierra hermana que no es la propia,  nos ayuda a obtener una mayor visión de conjunto de lo que está sucediendo. Desde lejos, pero en una lectura constante de esa realidad virtual que la compu nos permite, es más fácil abstraer lo accidental o anecdótico para interpretar los hechos dentro de una perspectiva histórica, ideológica y política.
Por esas razones, yo estaba seguro que este año, la Plaza del 24 iba a estar distinta. Con más fuerza, con otros colores, otras características. Lo que he leído o conversado, pero más lo que he intuido, me confirma esa tesis.
No es sólo la cantidad de gente, o la conformación sociológica de los que fueron. La irrupción de una juventud maravillosa que reedita lo que fuera otra juventud décadas atrás, la vuelta de aquella clase media que un compañero definió como “la clase media-media”, aquella que no es la del medio pelo.
La novedad fundamental de esa Plaza del 24 es que el motivo convocante, no pertenecía al pasado propiamente dicho sino al presente y al futuro. Tal vez podamos decir con propiedad que era sí el pasado, encarnado en el presente y con vistas al futuro. La memoria de aquellos compañeros desaparecidos, pero lo más importante: su legado. Un modelo de país que no bien comenzó a gestarse, ya está amenazado por el gorilaje de siempre. Un proyecto de país construido sobre la base de la justicia y la equidad.
Eso es lo que ese grupo de viejas maravillosas encarna admirablemente, el discurso de Hebe no tiene desperdicio. Esas “locas de la Plaza” son un verdadero milagro de fuerza, coraje y persistencia. Transformaron el llanto en lucha, la desesperación en firmeza, la ausencia de los seres queridos en presencia transformadora. Si Cristo multiplicó los panes, ellas multiplicaron sus hijos en miles de jóvenes que las respetan, las quieren y las siguen. Cuando uno ve la “polenta” y la claridad ideológica de estas señoras de 80-95 años sólo puede pensar en que sus hijos, desde algún lugar del universo las están guiando. No hay otra explicación. Cristina lo dijo clarito en la Esma: ellas  nos enseñaron a transformar en amor y construcción aquello que podría haber sido venganza y destrucción. Algo que un idiota (¿o vendido?) como Duhalde no podrá entender jamás.
La gente que fue a la Plaza del 24 no sólo fue para pedir justicia y rendir homenaje a nuestros mártires. Fue para defender algo que ellos sienten y comparten: políticas de Estado correctas, acordes con una línea nacional y popular. Y que sienten amenazadas por los reaccionarios de siempre.
De repente, uno se da cuenta de que “el enemigo” no está dormido sino bien activo. Que bajo la anodina bandera de la “pacificación nacional” o del “olvido y perdón” se esconde el propósito de que continuemos vendidos como siempre a lo foráneo, a los grupos de poder, a los mandamás de siempre.
Por eso, compañeros, la pregunta del millón: ¿Cómo sigue esto? ¿Será que se trata de conseguir más gente para la próxima movilización? ¿O mas bien, lo que deberíamos hacer es encauzar toda esa fuerza “autoconvocada” en ORGANIZACIÓN? Es el momento de formar verdaderos cuadros políticos. No se trata de “adoctrinamiento” ni de “lavado de cerebro”. Requiere simplemente pasión, disciplina y militancia. Pero digamos lo que entendemos por eso, porque de esas palabras puede salir cualquier cosa. Al final de cuentas, los agentes de la Gestapo también eran cuadros políticos.
Pasión por lo colectivo, lo social o lo comunitario. Pasión desde una actitud de servicio. Pasión por lo nuestro.  Disciplina que sea búsqueda, diálogo, integración. Lejos de mandar-obedecer, disciplina es ordenar lo personal en lo grupal. Disciplina es tener conciencia de ser herramienta, no el dueño de la pelota. Y por último, militancia. Laburo concreto en el día a día, decir lo que pensamos y hacer lo que decimos. Militancia que requiere siempre un sacrificio, la entrega de algo: tiempo, fuerza, ideas.
Paro por aquí. Para dejarla picando…¡manos a la obra! ¿qué esperás, boludo? ¡vale la pena!

E.F.

Estoy con vos porque tengo memoria

viernes, 5 de marzo de 2010 · 0 comentarios

Rescatado del blog: Sidras, pan dulce y apargatas.

Secuaces

Peronachos

PJDigital.org

Portal de Noticias

En Sintonía