Los turistas, la realidad y los huevos Kinder

"Así no se puede vivir, el país va para atrás".

En capital no quedó nadie, aquí en San Pedro, la capacidad de alojamiento está colmada. Gente por todos lados y gastando. Gente con plata, que se quejan porque la quieren gastar, y aquí lo comerciantes, que son la mayoría bien gorilas, ultra anti k, lo hacen a propósito, y abren cuando quieren. Y la gente se queja porque quiere gastarla. 

Los encargados de cargar los cajeros automáticos de los bancos, que pareciera también que fueran anti k, anti gobierno, no cargaron con suficientes billetes a las máquinas, y la gente se queja porque la tiene ahí, y la quiere sacar. Quiere gastarla. Y estos guachos se hacen los Redraditos con plata ajena, porque le molesta esa gente común que ni sabe como mierda se hace el nudo de una corbata, gaste y gaste la plata. Les da por las bolas eso de: "¡Deme dos!" del populacho. Entonces se amargan y nos joden con sus máquinas, porque molesta que la gente gaste y consuma, que crezca la demanda, que se reactive la producción y el país marche por buen camino, y que la gente ande contenta.

Sin embargo, algunos siguen con las pálidas. Estaba en la cola del supermercado, que dicho se a de paso, había habilitado tres cajas, porque una sola no daba abasto, y sino  hubiesen hecho esto, tendríamos que haber salido con la mercadería afuera del negocio, para luego de esperar un buen rato, entrar de nuevo a que nos las cobrasen. Como decía, estaba en la cola, y dos señoras grandes (No voy a llamarles viejas. No por faltarles el respecto, sino que debido a que Mirtha LeGrand ha logrado que no logremos distinguir qué es viejo y qué no, ya que se comenta que tiene más años que  Wolverine, no voy a meter la pata con eso). Como decía, estas señoras que estaban en la cola, se estaban quejando del gobierno, aparentemente  debido a la realidad virtual que les induce TN, apoyadas en sus carritos repletos de mercaderías. 

Por lo que pude escuchar, (digamos queriendo), supe que una de estas jubiladas, lo era de toda la vida (según su presentación), o sea, había hecho aportes. La otra era jubilada de las recientes, o sea, una a de las cuales La Presidenta le había reconocido su derecho a ese ingreso, aún consciente de no haber hechos los aportes correspondientes. Las dos pese a haber percibido un nuevo aumento, que les resultó sorpresivo, se quejaban de la gobernabilidad de los K. Las dos hablaban del Indec, como si toda su vida hubiesen hablado de ese Instituto. Las dos hablaban de los precios con los canastos llenos. Y me pudrieron. Me pudrieron.

"Perdón" dije, y las dos voltearon sus calabazas platinadas, y con los ojos me preguntaron "¿a nosotras?" "Sí" dije. "Quisiera saber si no podían hacerme el favor de contarse la pelicula, en sus casas, en círculos más reducidos". "Perdón joven, pero es la realidad" me dijo la jubilada de toda la vida, como si sus aportes marcaran que era ella, la que tenía que hablar por las dos.  "Perdón señoras, la realidad es la única verdad (¡anda a saber quién lo dijo!), y la realidad que escucho de sus bocas, no es la misma que percibo de sus carros", y antes de que se les ocurriese cambiar de cola, alcancé a comentarles: "Miren, ¿ven este stand de huevos Kinder Sorpresa Gigante? Son cuatro pisos de 18 huevos cada uno. Fíjense cúal es su precio. 40 Mangos. El miércoles vine, estaba lleno. El viernes habían repuesto todo el stand, y hoy sábado está casi vacío. ¿Díganme cual es la realidad?"

No solo dejaron de escucharme, sino que también se cambiaron de cola. 
Pero algo logré. Ya no hablaban. Se adaptaron rápido a la cola silenciosa. Habían dejado de mentir.