Este
es el texto que envió la Sociedad Rural Sampedrina a los medios locales,
escrito desde el caradurismo extremo, con el cual pretenden presentarse a la
sociedad como una pitonisa... una pitonisa en celo, diríamos. Los paréntesis
son míos.
“No
es placentero decir que todo esto lo anticipamos.
(Acá la nota arranca a lo Carrió).
A
pesar de las críticas y de la violencia con la que ante cada comentario
"opositor" se ha embestido en los últimos tiempos desde diferentes
sectores
(Aquí
tratan de establecer que la crítica nuestra al comentario opositor: "Vení
Néstor que te olvidaste a la Kretina", es violenta...),
nosotros
podemos decir con tranquilidad que veníamos invitando a una reflexión sincera.
(Creo
que es la misma tranquilidad con que festejaban y saludaban al Golpe de estado
del 76)
Estamos
caminando sobre un delicado hilo de coser.
Desde
hace nueve años, la sociedad argentina es empujada a un régimen totalitario que
sólo aumenta la desigualdad y la indignación.
(Evidentemente
aquí, no solo están mintiendo sobre las características del gobierno, y logros
conseguidos, sino que directamente se meten con el diccionario, tergiversando
dos palabras: Totalitarismo y desigualdad. Ahora con el tema de la indignación
no mienten, sino con las causas de la misma, que no es otra cosa que los
antónimos de las dos palabras antes tergiversadas. En otras palabras, lo que
les dá por el orto, es que este gobierno no es totalitario y entre sus
objetivos se encuentra como base fundamental para conseguir otros, la
igualdad.)
En
este tiempo, las cuentas más prolijas han sido las que multiplican la pobreza y
la destrucción de la infraestructura del país.
(Acá
no sabemos a ciencia cierta si están hablando de sus cuentas personales o que,
ya que es más que conocido el gran porcentaje de trabajo esclavo realizado por
el sector agrario.)
¿Siguen
creyendo que con el reparto de limosnas mitigarán la desigualdad real de la
Argentina?. ¿Cuándo reconocerán que el mundo no se nos cayó encima?
(Aquí
hablan de reparto de limosnas como si se profundizara aún más este reparto de
la riqueza, que plantea este modelo, irían a estar de acuerdo)
El
delirio de décadas pasadas no hizo un país prospero y moderno teniendo todo.
(¿Se referirá a cuando éramos el granero del mundo, y sólo éramos eso, además de un país
en donde la mayoría de sus habitantes se cagaba de hambre?)
(¿Se referirá a cuando éramos el granero del mundo, y sólo éramos eso, además de un país
en donde la mayoría de sus habitantes se cagaba de hambre?)
Este gobierno, que no entiende ningún mensaje (“que esté de acuerdo a nuestros intereses…” debería seguir el texto) y que solo se regodea de sus propios relatores, debe tener presente, por ejemplo, que han sido los granos producidos en estas tierras y sin su ayuda, los que les permitieron llenarse los bolsillos y así disimular una pendiente cada vez más pronunciada.
(Termina este párrafo tratando de establecer ese mito boludo, típico de personas pocos pensantes, el cual consiste en tratar de establecer que es el sector de “El Campo” quien salva al país, que es ese sector el superhéroe al que toda la ciudadanía debe recurrir a brindarle culto. Y no las políticas acertadas que un gobierno democrático pueda llevar a cabo. Por eso nos encontramos siempre a alguna persona que te dice que el Campo salva al país. Siempre cuando ocurre que me cruzo con un ejemplar de esto termino preguntándole, ¿dónde estaba el héroe del Campo, allá por el 2001? ¿Vacaciones? Bolazos, el campo estaba igual que estaba todo el país, peor aún, estaban siendo perseguidos por los usureros a los cuales les habían brindado sus propiedades como garantías, y se tenían que reunir todos, aún mostrando vergüenza, bajo la entonación del himno nacional para impedir que los remates los dejaran con el culo al aire. Nunca fue el Campo un héroe. Fueron las políticas de un gobierno que salvaron al campo, especialmente la formulada por un tal Kirchner que dijo que no quería un puto remate más en la Argentina… Pero bueno, volvamos a la literatura Ruralista)
¿Creían
que la ciudadanía miraría para otro lado, mientras con los subsidios se
generaban los bolsones de corrupción más escandalosos de la historia?
Sin
extendernos demasiado podemos recordar algunos de los que quedaron tapados por
la complicidad del aparato del tráfico de influencias, como la entrega de
fondos a los feedlots con propietarios que, casualmente, ahora pretenden hacer
cumplir reglas fiscales que ellos jamás
respetaron. También recordamos las dádivas a las empresas que tienen el manejo
ferroviario, mientras el servicio es penoso y en algunos casos mortales. Las
rutas destruidas, pero sus concesionarios financiados para no hacer nada y la
seguridad en manos de ineptos que ni siquiera tienen la grandeza de reconocer
el problema.
(¿Estará hablando del Ruralista que devenido en Concejal, recibió subsidios del estado? Cualquiera se da cuenta que usan cualquier excusa con el fin de no tributar lo que les corresponde. Entonces afirman que los subsidios están mal dados, que con parte de estos se financian los planes vagancia, y que la única forma de cortar esto es no pagar más.)
Somos muchos los que nos indignamos cuando vemos como lo que se obtiene con nuestro esfuerzo es dilapidado. Somos muchos los que vemos a millones de argentinos que siguen sin satisfacer sus necesidades básicas mientras están obligados a cantar y aplaudir a la presidenta en un agradecimiento de fantasía.
(Vivo
repitiendo el tema del diccionario. Pues para estas personas, esfuerzo, es
tener gente en negro, no tributar nada por ellos, y si en lo posible se les
pagan miserias completarían mejor el concepto de la palabra. Despectivamente se
refiere a las personas que cantan o aplauden a la presidenta, sin embargo,
cuando ocurrió el Lock Out patronal, yo vi desfilar empleados rurales
aplaudiendo y cantando junto a sus patrones, y no creo despectivamente estaban
siendo obligados a hacerlo. Creo que ahí está una diferencia con nosotros.
Nosotros somos violentos cuando opinamos. Ja)
Pensaron que desde el atril gritando, llorando y envueltos en una nostalgia resentida que solo quiere seguir dividiendo, podrían encarnar las mentiras con las que nos envuelven todos los días.
La
movilización del pasado jueves fue un quiebre. La primera expresión del
hartazgo ante tanta desvergüenza. Esta movilización fue alimentada desde la
pluralidad, sin nombres que convocaron. Sin odio ni mandatos políticos que le
quiten fuerza a una preocupación nacional profunda. Es difícil volver desde la soberbia, el odio
o la ira.
(Victores y compañía nos quiere hacer creer que no tienen odio, que son plurales, y en el mismo párrafo nos trata de nostálgicos resentidos a los que nos gusta generar divisiones. Y nos asegura que es difícil volver desde la soberbia, el odio o la ira. Tal afirmación la puede dar alguien que o volvió –cosa que no creo –o está volviendo, o pretende volver. En otras palabras, quien escribe sabe de lo que escribe)
Queremos
evitar que este embate de lavadores de cerebros tratando de revivir épocas que
han quedado atrás, nos conduzca hacia un lugar al que no queremos ir.
(Pretender generar miedo a través de la posibilidad de que te “laven el cerebro” es tirarse abajo demasiado. Es auto subestimarse, auto denigrarse, insultarse en público y gratis. Es tirarse abajo como persona. Es ponerse un límite muy por debajo de sus limitaciones.
Cuando se refieren a épocas que han quedado atrás y que se pretende revivir, no es nada más y nada menos que evitar el juzgamiento de la historia a cada uno de sus protagonistas. O sea revisar el pasado para no dejar injusticias sin saldar, para Victores y Cía, es revanchismo, es tratar de revivir el pasado.)
Sembraron vientos y está empezando la cosecha de tempestades.
Ojalá
entiendan a tiempo que pueden dejar de pagar cualquier cosa, menos las consecuencias, por el bien de todos los
argentinos”.
(Cuando se tocan intereses y se mete la mano en el vaso y se desparrama un poco a propósito y sin esperar un derrame natural, para todos los lados viables, es posible que se siembren vientos, pero este gobierno sabe que esos lugares dónde se siembran vientos disminuyen a la misma proporción que crecen los lugares a los que les llegan ese debido desparramo. Por eso tranquilamente podemos afirmar que la cosecha de tempestades cada vez entra en fletes más pequeños).